LAS NUEVE REVELACIONES
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LAS NUEVE REVELACIONES
LAS NUEVE REVELACIONES
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1ªREVELACIÓN:
Una masa crítica
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Esta revelación, inconscientemente al principio, siempre emerge como una profunda sensación de desasosiego. Empezamos a vislumbrar un género alternativo de experiencia, momentos de nuestras vidas que de algún modo nos parecen más intensos, más inspiradores. No sabemos qué experiencia es ni cómo hacerla durar, y cuando termina nos deja un sentimiento de insatisfacción y de inquietud ante una vida que vuelve a parecernos normal. Estamos al fin adquiriendo conciencia de qué es lo que realmente buscamos, de qué es de verdad esa otra experiencia satisfactoria. Cuando lo captemos plenamente habremos llegado a la primera revelación.
La primera revelación ocurre cuando tomamos conciencia de las coincidencias que se dan en nuestras vidas. Tales coincidencias se producen cada vez con más frecuencia, y cuando ello ocurre tenemos la sensación de que son cosas situadas más allá de lo que podría considerarse mera casualidad; entendemos que son los elementos del destino, como si nuestras vidas hubieran sido guiadas por una fuerza inexplicable. La experiencia produce una impresión de misterio y excitación, y, como resultado, nos sentimos más vivos.
El número de personas que son conscientes de tales coincidencias comienza a crecer espectacularmente en la sexta década del siglo veinte. Este crecimiento seguirá en alza hasta una fecha próxima al inicio del siglo siguiente, momentos en q estos individuos alcanzarán un nivel específico, una densidad demográfica como lo que los físicos llaman “masa crítica”. Una vez alcanzado este punto, las culturas comenzarán a tomarse en serio las experiencias coincidentes. Todos se preguntarán simultáneamente qué misterioso proceso se desarrolla en este planeta debajo de la vida humana. Será esta pregunta formulada al mismo tiempo por un número suficiente de personas, la que permitirá que las demás revelaciones lleguen también a las conciencias.
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2ªREVELACIÓN:
Un ahora más amplio
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La historia no es sólo la evolución de la tecnología, también es la evolución del pensamiento. A través de la comprensión de la realidad de las personas que nos precedieron, nosotros podemos saber porqué miramos al mundo de la forma en la que lo hacemos, y cuál es nuestra contribución al futuro progreso. Podemos fijar con precisión el momento en que entramos en el desarrollo, a más amplia escala, de la civilización, y esto nos proporciona cierta idea de hacia dónde nos encaminamos.
La segunda revelación sitúa nuestra percepción actual en una perspectiva histórica más dilatada. En la conclusión del segundo milenio seremos capaces de ver este periodo de la historia en su conjunto, e identificaremos una particular preocupación que se ha desarrollado durante la última mitad del milenio, en lo que ha sido llamado Edad Moderna. La percepción que hoy tenemos de esas coincidencias representa una especie de despertar del sueño que supone aquella preocupación.
Para entenderla visualizaremos lo siguiente: Imagínese a sí mismo viviendo en el año mil, en lo que hemos llamado Edad Media. La primera cosa que debe usted comprender es que la realidad de la época la definen los poderosos clérigos de la iglesia cristiana. Gracias a su posición, aquellos hombres tienen una gran influencia sobre la mente del pueblo llano. Y el mundo que aquellos hombres describen como mundo real es, por encima de todo, espiritual. Generan una realidad que coloca su concepción de los planes de Dios para toda la humanidad en el centro mismo de la vida.
>> Visualice esto: Usted pertenece a la clase social de su padre, es básicamente un campesino o aristócrata, y sabe que seguirá confinado para siempre en dicha clase social. Pero independientemente de la clase a la que pertenezca o del trabajo que realice, pronto se dará cuenta que su posición social es secundaria ante la realidad espiritual de la vida tal y como la conciben los eclesiásticos.
>> La vida, descubre usted, consiste en pasar una prueba espiritual. Los eclesiásticos explican que Dios ha situado a la humanidad en el centro de su universo, rodeado por la totalidad del cosmos, con un único y exclusivo propósito: ganar o perder la salvación. Y en esa prueba debe usted elegir entre dos fuerzas contrapuestas: la fuerza de Dios y las insidiosas tentaciones del demonio.
>> Pero observe que no se lanza sólo al combate. De hecho, como simple individuo no está usted cualificado para determinar su condición a este respecto. Ésta es la jurisdicción de los eclesiásticos: ellos están ahí para interpretar las Escrituras y señalar cada paso de su camino, según esté en concordancia con Dios o le esté embaucando Satanás. Si sigue sus instrucciones, tiene asegurada la recompensa de la otra vida más allá de la muerte. Pero si fracasa en mantener el rumbo que le han trazado, bien, entonces… ahí están la excomunión y la condena segura a los castigos del infierno.
El hecho crucial que hay que entender aquí es que cada aspecto del mundo medieval está definido en términos que no son de este mundo. Todos los fenómenos de la vida, desde una tormenta a un terremoto, hasta la cosecha que se recoge a plena satisfacción o la muerte de un ser querido, son definidos bien como fruto de la voluntad de Dios, o bien de la malignidad del diablo. No existen los conceptos de clima, ni de fuerzas geológicas, ni de horticultura, ni de enfermedad. Todo esto vendrá después. Por el momento, usted cree a pies juntillas a los eclesiásticos: usted da por hecho que el mundo funciona exclusivamente por medios espirituales.
Imagine ahora que esa realidad que visualiza empieza a resquebrajarse. La visión medieval del mundo, su visión, comienza a caer a pedazos en los siglos catorce y quince. Primero, usted nota ciertas impropiedades por parte de los mismos eclesiásticos: violan secretamente sus votos de castidad, o se toman la libertad de mirar hacia otro lado cuando los representantes del gobierno incumplen las leyes divinas.
>>Estas impropiedades le causan a usted considerable alarma, por cuanto los eclesiásticos se tienen a sí mismos por la única conexión entre usted y Dios. Recuerde que son los intérpretes exclusivos de las Escrituras, los únicos árbitros de la salvación que usted aspira.
>>De súbito está usted en medio de una rebelión abierta. Un grupo encabezado por Martín Lutero reclama la completa ruptura con la cristiandad papal. Los eclesiásticos son corruptos, dicen, y piden que se ponga fin al reinado de aquellos individuos sobre la mente del pueblo. Se forman nuevas iglesias basadas en idea de que cada persona debería poder acceder por sí misma a las sagradas escrituras e interpretarlas según su deseo, sin intermediarios.
>>Mientras usted observa incrédulo lo que ocurre, la rebelión triunfa. Los eclesiásticos empiezan a retroceder. Estos hombres han definido la realidad durante siglos, y ahora, ante sus ojos de espectador, están perdiendo credibilidad. En consecuencia, el mundo entero es puesto en tela de juicio. El nítido consenso sobre la naturaleza del universo y sobre el propósito de la humanidad en este mundo, basado como estaba en la descripción de los eclesiásticos, se derrumba, y les deja a usted y al resto de los seres humanos educados en la cultura occidental en una posición más que precaria.
>>Después de todo, usted ha madurado acostumbrándose a la presencia en su vida de una autoridad que definía la realidad constantemente, y sin aquella dirección externa se siente confuso y extraviado. Si la descripción de la realidad y la razón de la existencia humana que le han dado los eclesiásticos son erróneas, se pregunta, ¿qué cosas son las que merecen crédito?
Tal colapso ocasionó un tremendo trastorno. Por todas partes se cuestionaba la antigua visión del mundo. De hecho, hacia el 1600 los astrónomos habían demostrado más allá de toda duda que el Sol y las estrellas no giraban en torno a la Tierra, como pretendía la iglesia. Estaba claro que la Tierra era sólo un pequeño planeta en la órbita de un sol menos que pertenecía a una galaxia que contenía miles de millones de soles similares. La humanidad había perdido su lugar privilegiado en el centro del universo de Dios. Ahora, cuando usted observa si hace buen o mal tiempo, si comprueba que sus plantas crecen o se entera de que alguien ha muerto inesperadamente, siente un ansioso desconcierto; en el pasado habría dicho que Dios era el responsable, o quizás el diablo. Pero a medida que el mundo medieval desaparece, aquella certidumbre desaparece con él. Todas las cosas que usted daba por sentadas necesitan nuevas definiciones, y muy especialmente la naturaleza de Dios y la relación de usted con Dios.
>>Con esta conciencia comienza la Edad Moderna. Hay un creciente espíritu democrático y una desconfianza masiva en la autoridad del papa y del rey. Las definiciones del universo basadas en la especulación o en la fe en los textos bíblicos ya no son automáticamente aceptadas. A pesar de la falta de certidumbre absoluta, las personas no querían ya arriesgarse a que un nuevo grupo sometiera a control su realidad como lo habían hecho los clérigos. Si usted hubiera estado allí, probablemente habría participado en la elaboración de un nuevo mandato a favor de la ciencia. Usted habría dirigido la mirada a este vasto universo indefinido y habría pensado, como hicieron los demás pensadores de la época, que necesitábamos un método que generase consenso, una manera de explorar sistemáticamente este nuevo mundo que teníamos ante nosotros. Y a esta nueva manera de descubrir la realidad la habrían llamado método científico, que no consiste más que en poner a prueba una idea sobre cómo opera el universo, para llegar después a alguna conclusión y finalmente ofrecer esta conclusión a otros para saber si están de acuerdo con ella.
>>Entonces tendrían preparado ya exploradores que saldrían ya a este nuevo universo, provisto cada uno del método científico, y les habrían encomendado una misión histórica: explorar este lugar y descubrir cómo funciona y qué significa el hecho de que nosotros nos encontremos vivos aquí.
>>Usted sabe que ha perdido su certeza en un mundo regido por Dios y, a consecuencia de ello, su certeza respecto a la naturaleza del mismo Dios. Pero cree que tiene un método, un proceso basado en el consenso a través del cual podría descubrir la naturaleza de todo cuanto le rodea, incluyendo a Dios e incluyendo el verdadero propósito de la existencia de la humanidad en este planeta. Así que envía a aquellos exploradores a investigar la auténtica naturaleza de nuestra situación y a regresar con sus informaciones.
>>En aquel punto comenzó la preocupación de la que ahora estamos despertando. Despachamos a aquellos exploradores para que regresaran con una explicación completa de nuestra existencia, pero debido a la complejidad del universo no les fue posible regresar inmediatamente.
Cuando el método científico no pudo devolvernos una nueva imagen de Dios y del propósito que tiene la humanidad en este planeta, la falta de certidumbre y de significado afectó profundamente la cultura occidental. Necesitábamos otra cosa que hacer hasta que obtuvieran respuestas nuestras preguntas. A la larga llegamos a la que parecía ser una solución muy lógica. Nos miramos unos a otros y dijimos: “Bien, puesto que nuestros exploradores todavía no han regresado con la verdad sobre nuestra situación espiritual, ¿por qué no nos instalamos en este nuestro nuevo mundo mientras esperamos? Estamos ciertamente aprendiendo lo suficiente para manipular este mundo en nuestro beneficio, así que, ¿por qué no trabajamos mientras tanto para elevar nuestro nivel de vida, la sensación de seguridad que tenemos en este mundo?”.
Y esto es lo que hicimos. Nos quitamos de encima la sensación de estar aquí perdidos pero haciéndonos sin embargo cargo de las cosas, nos entretuvimos en conquistar la tierra y utilizar sus recursos para mejorar nuestra situación, y sólo ahora, cuando nos acercamos al final del milenio, estamos en condiciones de ver lo que ocurrió. Nuestro planteamiento se convirtió gradualmente en preocupación. Nos extraviamos completamente en la creación de una seguridad laica, una seguridad económica, para reemplazar la seguridad espiritual que habíamos perdido. La incógnita de por qué estábamos vivos, de qué era en realidad lo que espiritualmente estaba pasando aquí, fue lentamente apartada a un lado hasta quedar totalmente reprimida.
>>Trabajar para un estilo de supervivencia más confortable ha adquirido creciente importancia, y no sólo ha sido un logro, sino que se ha convertido en una razón de ser. Gradual, metódicamente, hemos olvidado así cuál era nuestro interrogante original… Hemos olvidado que todavía no sabemos para qué sobrevivimos.
La Segunda Revelación amplía nuestra conciencia del tiempo histórico. Nos muestra cómo observar la cultura no sólo desde la perspectiva del transcurso de nuestras vidas sino desde la perspectiva de un milenio entero. Nos revela nuestra preocupación, y de este modo nos sitúa por encima de ella. Al mirar ahora al mundo, deberíamos ser capaces de distinguir esta vena obsesiva , esta intensa preocupación por el progreso económico. Esta preocupación fue y es un desarrollo necesario, una etapa de la evolución humana. Sin embargo, hemos consumido demasiado tiempo instalándonos en el mundo. Es hora de despertar de la preocupación y reconsiderar la pregunta original. ¿Qué hay detrás de la vida en este planeta? ¿Por qué estamos aquí en realidad?
1ªREVELACIÓN:
Una masa crítica
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Esta revelación, inconscientemente al principio, siempre emerge como una profunda sensación de desasosiego. Empezamos a vislumbrar un género alternativo de experiencia, momentos de nuestras vidas que de algún modo nos parecen más intensos, más inspiradores. No sabemos qué experiencia es ni cómo hacerla durar, y cuando termina nos deja un sentimiento de insatisfacción y de inquietud ante una vida que vuelve a parecernos normal. Estamos al fin adquiriendo conciencia de qué es lo que realmente buscamos, de qué es de verdad esa otra experiencia satisfactoria. Cuando lo captemos plenamente habremos llegado a la primera revelación.
La primera revelación ocurre cuando tomamos conciencia de las coincidencias que se dan en nuestras vidas. Tales coincidencias se producen cada vez con más frecuencia, y cuando ello ocurre tenemos la sensación de que son cosas situadas más allá de lo que podría considerarse mera casualidad; entendemos que son los elementos del destino, como si nuestras vidas hubieran sido guiadas por una fuerza inexplicable. La experiencia produce una impresión de misterio y excitación, y, como resultado, nos sentimos más vivos.
El número de personas que son conscientes de tales coincidencias comienza a crecer espectacularmente en la sexta década del siglo veinte. Este crecimiento seguirá en alza hasta una fecha próxima al inicio del siglo siguiente, momentos en q estos individuos alcanzarán un nivel específico, una densidad demográfica como lo que los físicos llaman “masa crítica”. Una vez alcanzado este punto, las culturas comenzarán a tomarse en serio las experiencias coincidentes. Todos se preguntarán simultáneamente qué misterioso proceso se desarrolla en este planeta debajo de la vida humana. Será esta pregunta formulada al mismo tiempo por un número suficiente de personas, la que permitirá que las demás revelaciones lleguen también a las conciencias.
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2ªREVELACIÓN:
Un ahora más amplio
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La historia no es sólo la evolución de la tecnología, también es la evolución del pensamiento. A través de la comprensión de la realidad de las personas que nos precedieron, nosotros podemos saber porqué miramos al mundo de la forma en la que lo hacemos, y cuál es nuestra contribución al futuro progreso. Podemos fijar con precisión el momento en que entramos en el desarrollo, a más amplia escala, de la civilización, y esto nos proporciona cierta idea de hacia dónde nos encaminamos.
La segunda revelación sitúa nuestra percepción actual en una perspectiva histórica más dilatada. En la conclusión del segundo milenio seremos capaces de ver este periodo de la historia en su conjunto, e identificaremos una particular preocupación que se ha desarrollado durante la última mitad del milenio, en lo que ha sido llamado Edad Moderna. La percepción que hoy tenemos de esas coincidencias representa una especie de despertar del sueño que supone aquella preocupación.
Para entenderla visualizaremos lo siguiente: Imagínese a sí mismo viviendo en el año mil, en lo que hemos llamado Edad Media. La primera cosa que debe usted comprender es que la realidad de la época la definen los poderosos clérigos de la iglesia cristiana. Gracias a su posición, aquellos hombres tienen una gran influencia sobre la mente del pueblo llano. Y el mundo que aquellos hombres describen como mundo real es, por encima de todo, espiritual. Generan una realidad que coloca su concepción de los planes de Dios para toda la humanidad en el centro mismo de la vida.
>> Visualice esto: Usted pertenece a la clase social de su padre, es básicamente un campesino o aristócrata, y sabe que seguirá confinado para siempre en dicha clase social. Pero independientemente de la clase a la que pertenezca o del trabajo que realice, pronto se dará cuenta que su posición social es secundaria ante la realidad espiritual de la vida tal y como la conciben los eclesiásticos.
>> La vida, descubre usted, consiste en pasar una prueba espiritual. Los eclesiásticos explican que Dios ha situado a la humanidad en el centro de su universo, rodeado por la totalidad del cosmos, con un único y exclusivo propósito: ganar o perder la salvación. Y en esa prueba debe usted elegir entre dos fuerzas contrapuestas: la fuerza de Dios y las insidiosas tentaciones del demonio.
>> Pero observe que no se lanza sólo al combate. De hecho, como simple individuo no está usted cualificado para determinar su condición a este respecto. Ésta es la jurisdicción de los eclesiásticos: ellos están ahí para interpretar las Escrituras y señalar cada paso de su camino, según esté en concordancia con Dios o le esté embaucando Satanás. Si sigue sus instrucciones, tiene asegurada la recompensa de la otra vida más allá de la muerte. Pero si fracasa en mantener el rumbo que le han trazado, bien, entonces… ahí están la excomunión y la condena segura a los castigos del infierno.
El hecho crucial que hay que entender aquí es que cada aspecto del mundo medieval está definido en términos que no son de este mundo. Todos los fenómenos de la vida, desde una tormenta a un terremoto, hasta la cosecha que se recoge a plena satisfacción o la muerte de un ser querido, son definidos bien como fruto de la voluntad de Dios, o bien de la malignidad del diablo. No existen los conceptos de clima, ni de fuerzas geológicas, ni de horticultura, ni de enfermedad. Todo esto vendrá después. Por el momento, usted cree a pies juntillas a los eclesiásticos: usted da por hecho que el mundo funciona exclusivamente por medios espirituales.
Imagine ahora que esa realidad que visualiza empieza a resquebrajarse. La visión medieval del mundo, su visión, comienza a caer a pedazos en los siglos catorce y quince. Primero, usted nota ciertas impropiedades por parte de los mismos eclesiásticos: violan secretamente sus votos de castidad, o se toman la libertad de mirar hacia otro lado cuando los representantes del gobierno incumplen las leyes divinas.
>>Estas impropiedades le causan a usted considerable alarma, por cuanto los eclesiásticos se tienen a sí mismos por la única conexión entre usted y Dios. Recuerde que son los intérpretes exclusivos de las Escrituras, los únicos árbitros de la salvación que usted aspira.
>>De súbito está usted en medio de una rebelión abierta. Un grupo encabezado por Martín Lutero reclama la completa ruptura con la cristiandad papal. Los eclesiásticos son corruptos, dicen, y piden que se ponga fin al reinado de aquellos individuos sobre la mente del pueblo. Se forman nuevas iglesias basadas en idea de que cada persona debería poder acceder por sí misma a las sagradas escrituras e interpretarlas según su deseo, sin intermediarios.
>>Mientras usted observa incrédulo lo que ocurre, la rebelión triunfa. Los eclesiásticos empiezan a retroceder. Estos hombres han definido la realidad durante siglos, y ahora, ante sus ojos de espectador, están perdiendo credibilidad. En consecuencia, el mundo entero es puesto en tela de juicio. El nítido consenso sobre la naturaleza del universo y sobre el propósito de la humanidad en este mundo, basado como estaba en la descripción de los eclesiásticos, se derrumba, y les deja a usted y al resto de los seres humanos educados en la cultura occidental en una posición más que precaria.
>>Después de todo, usted ha madurado acostumbrándose a la presencia en su vida de una autoridad que definía la realidad constantemente, y sin aquella dirección externa se siente confuso y extraviado. Si la descripción de la realidad y la razón de la existencia humana que le han dado los eclesiásticos son erróneas, se pregunta, ¿qué cosas son las que merecen crédito?
Tal colapso ocasionó un tremendo trastorno. Por todas partes se cuestionaba la antigua visión del mundo. De hecho, hacia el 1600 los astrónomos habían demostrado más allá de toda duda que el Sol y las estrellas no giraban en torno a la Tierra, como pretendía la iglesia. Estaba claro que la Tierra era sólo un pequeño planeta en la órbita de un sol menos que pertenecía a una galaxia que contenía miles de millones de soles similares. La humanidad había perdido su lugar privilegiado en el centro del universo de Dios. Ahora, cuando usted observa si hace buen o mal tiempo, si comprueba que sus plantas crecen o se entera de que alguien ha muerto inesperadamente, siente un ansioso desconcierto; en el pasado habría dicho que Dios era el responsable, o quizás el diablo. Pero a medida que el mundo medieval desaparece, aquella certidumbre desaparece con él. Todas las cosas que usted daba por sentadas necesitan nuevas definiciones, y muy especialmente la naturaleza de Dios y la relación de usted con Dios.
>>Con esta conciencia comienza la Edad Moderna. Hay un creciente espíritu democrático y una desconfianza masiva en la autoridad del papa y del rey. Las definiciones del universo basadas en la especulación o en la fe en los textos bíblicos ya no son automáticamente aceptadas. A pesar de la falta de certidumbre absoluta, las personas no querían ya arriesgarse a que un nuevo grupo sometiera a control su realidad como lo habían hecho los clérigos. Si usted hubiera estado allí, probablemente habría participado en la elaboración de un nuevo mandato a favor de la ciencia. Usted habría dirigido la mirada a este vasto universo indefinido y habría pensado, como hicieron los demás pensadores de la época, que necesitábamos un método que generase consenso, una manera de explorar sistemáticamente este nuevo mundo que teníamos ante nosotros. Y a esta nueva manera de descubrir la realidad la habrían llamado método científico, que no consiste más que en poner a prueba una idea sobre cómo opera el universo, para llegar después a alguna conclusión y finalmente ofrecer esta conclusión a otros para saber si están de acuerdo con ella.
>>Entonces tendrían preparado ya exploradores que saldrían ya a este nuevo universo, provisto cada uno del método científico, y les habrían encomendado una misión histórica: explorar este lugar y descubrir cómo funciona y qué significa el hecho de que nosotros nos encontremos vivos aquí.
>>Usted sabe que ha perdido su certeza en un mundo regido por Dios y, a consecuencia de ello, su certeza respecto a la naturaleza del mismo Dios. Pero cree que tiene un método, un proceso basado en el consenso a través del cual podría descubrir la naturaleza de todo cuanto le rodea, incluyendo a Dios e incluyendo el verdadero propósito de la existencia de la humanidad en este planeta. Así que envía a aquellos exploradores a investigar la auténtica naturaleza de nuestra situación y a regresar con sus informaciones.
>>En aquel punto comenzó la preocupación de la que ahora estamos despertando. Despachamos a aquellos exploradores para que regresaran con una explicación completa de nuestra existencia, pero debido a la complejidad del universo no les fue posible regresar inmediatamente.
Cuando el método científico no pudo devolvernos una nueva imagen de Dios y del propósito que tiene la humanidad en este planeta, la falta de certidumbre y de significado afectó profundamente la cultura occidental. Necesitábamos otra cosa que hacer hasta que obtuvieran respuestas nuestras preguntas. A la larga llegamos a la que parecía ser una solución muy lógica. Nos miramos unos a otros y dijimos: “Bien, puesto que nuestros exploradores todavía no han regresado con la verdad sobre nuestra situación espiritual, ¿por qué no nos instalamos en este nuestro nuevo mundo mientras esperamos? Estamos ciertamente aprendiendo lo suficiente para manipular este mundo en nuestro beneficio, así que, ¿por qué no trabajamos mientras tanto para elevar nuestro nivel de vida, la sensación de seguridad que tenemos en este mundo?”.
Y esto es lo que hicimos. Nos quitamos de encima la sensación de estar aquí perdidos pero haciéndonos sin embargo cargo de las cosas, nos entretuvimos en conquistar la tierra y utilizar sus recursos para mejorar nuestra situación, y sólo ahora, cuando nos acercamos al final del milenio, estamos en condiciones de ver lo que ocurrió. Nuestro planteamiento se convirtió gradualmente en preocupación. Nos extraviamos completamente en la creación de una seguridad laica, una seguridad económica, para reemplazar la seguridad espiritual que habíamos perdido. La incógnita de por qué estábamos vivos, de qué era en realidad lo que espiritualmente estaba pasando aquí, fue lentamente apartada a un lado hasta quedar totalmente reprimida.
>>Trabajar para un estilo de supervivencia más confortable ha adquirido creciente importancia, y no sólo ha sido un logro, sino que se ha convertido en una razón de ser. Gradual, metódicamente, hemos olvidado así cuál era nuestro interrogante original… Hemos olvidado que todavía no sabemos para qué sobrevivimos.
La Segunda Revelación amplía nuestra conciencia del tiempo histórico. Nos muestra cómo observar la cultura no sólo desde la perspectiva del transcurso de nuestras vidas sino desde la perspectiva de un milenio entero. Nos revela nuestra preocupación, y de este modo nos sitúa por encima de ella. Al mirar ahora al mundo, deberíamos ser capaces de distinguir esta vena obsesiva , esta intensa preocupación por el progreso económico. Esta preocupación fue y es un desarrollo necesario, una etapa de la evolución humana. Sin embargo, hemos consumido demasiado tiempo instalándonos en el mundo. Es hora de despertar de la preocupación y reconsiderar la pregunta original. ¿Qué hay detrás de la vida en este planeta? ¿Por qué estamos aquí en realidad?
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